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sábado, 9 de octubre de 2010

Rosario Central ganó y se acomoda.

Rosario Central ganó y se acomoda

Este equipo dio señales de vida, de que puede crecer y seguramente el 2 a 0 de anoche sobre Chacarita obrará en ese sentido, con la ganancia en confianza que ello supone.


Puede que siga sin gustar y que a los hinchas les siga disgustando tener a Antonio Medina en el banco, pero al menos Central cumplió ayer con los requisitos mínimos que se le pide a un equipo de Merlo: orden en todas sus líneas. Cuando se animó a hacer pata ancha en el mediocampo, redundó en un progreso evidente, que tuvo correlato en un resultado acorde, justo.
Los varios hinchas canallas presentes ayer en José Ingenieros se dieron el gusto además de poder liberar el grito contenido de los goles sin que nadie los moleste. Un alivio para los de afuera, pero mucho más para los de adentro, que veían que pasaban las fechas y nunca había podido imponerse con comodidad. Como sí lo hizo anoche, amén de un comienzo flojo, donde entonces dividió desprolijidades y prefería rifarla.

Pero aún entonces mostró signos de crecimiento, porque fue compacto defensivamente del medio hacia atrás, no permitió que Chacarita lo lastimara y eso hizo que Broun pasara uno de los partidos más tranquilos. Y a partir de que se fue sientiendo seguro en la contención, de a poco se fue animando a tener la pelota y a hacerla circular con criterio. Mostrando otro signo importante: fue paciente, aún cuando le costaba una enormidad penetrar los dominios de Tauber.

Sin embargo, cuando llegó el primer córner canalla y el oportunismo de Paglialunga para empujarla al gol, ya entonces Central dominaba. El Kily González, más allá de cierta imprecisión, se hizo de la pelota y encontró en su tocayo Diego un socio interesante, al punto que el Pulpo fue transformándose en uno de los más equilibrados. Eso sí, llegaba por el esfuerzo de Chitzoff, criterioso pese a jugar con el perfil cambiado, y no tenía final. Hasta que el 1 a 0 le dio la tranquilidad necesaria.

Esa calma siguió transimitiendo en el complemento y fue el sorpresivo Zarif (ver página 4) el que estuvo atento para escalar por la derecha y cederle el segundo a Figueroa, que lucha más de lo que juega, pero sigue convirtiendo y eso es lo que cuenta.

La expulsión exagerada de Fontana facilitó aún más las cosas, pero Central lo tenía controlado de antes, no sufrió sofocones en una defensa bien plantada y pudo aumentar en un par de contras, sobre todo en una de Rivero y otra de Figueroa. Tampoco en superioridad numérica y en el resultado se relajó como para hacer más goles. Siguió igual, no regaló nada y administró bien su ventaja.

No es para tirar manteca al techo, pero este equipo partía de un piso tan bajo que cualquier señal de reacción obra como un aliciente de un futuro mejor. Ayer las dio ante un rival tildado igual de candidato, pese a lo que mostró, y empezó a pisar fuerte también en la tabla. Un cielo más despejado en el horizonte de Central.

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